jueves, 17 de junio de 2010

Errores del cientifismo

Una crítica a los burdos y toscos  argumentos del ¿científico? ateo Dawkins

Escrito de Daniel Iglesias Grézes



En este numeral citaré íntegramente y comentaré detalladamente una alocución del conocido biólogo inglés (y propagandista del ateísmo) Richard Dawkins, titulada “¿Es la ciencia una religión?”, y pronunciada en ocasión del nombramiento de Dawkins como “Humanista del Año” por la Asociación Americana de Humanismo, en 1996. La traducción de esa alocución del inglés al español es obra de Rolón Ríos, quien tuvo la gentileza de proporcionarme este texto.

Citaré el texto de Dawkins en letra itálica, intercalando mis comentarios en letra normal.
 
Están de moda los pensamientos apocalípticos sobre los peligros que se ciernen sobre la humanidad debidos al SIDA, la "enfermedad de las vacas locas", y otros. Pienso que podemos argüir lo mismo sobre la fe, uno de los grandes males del mundo, comparable al virus de la viruela, pero aún más difícil de erradicar. La fe, aquellas creencias que no se basan en evidencias, es el principal vicio de toda religión.
 
Según Dawkins, la fe es uno de los grandes males del mundo y debe ser erradicada. Esta opinión extremista y más bien trasnochada depende de una mala definición de la fe ("creencias que no se basan en evidencias") y de una falsa asociación entre la fe y el fanatismo religioso. Consideremos la religión católica, que es la mía. Ésta rechaza el fideísmo -es decir una fe que desdeña todo fundamento racional- y propone una fe basada en motivos racionales de credibilidad. La verdadera fe no es irracional sino suprarracional. Supone la razón y la perfecciona. La certeza de la fe no proviene de una evidencia, pero sí de la adhesión razonable al testimonio de otros, que a su vez proviene de una evidencia. Esta adhesión concuerda con los resultados de una reflexión sobre la realidad cósmica e histórica y sobre la propia experiencia espiritual y moral. Por lo tanto la fe tiene una garantía de verdad propia, distinta de la evidencia sensible y de la evidencia intelectual.

¿Y quién, después de ojear la Irlanda del Norte o el Oriente Medio, puede estar seguro de que el virus mental de la fe no es extremadamente peligroso? Una de las historias que oirá el joven musulmán que se suicida con sus bombas, cuenta que el martirio es el camino mas rápido al paraíso, y no cualquier paraíso, sino un apartado especial donde será cabalmente recompensado por 72 novias vírgenes. Se me ocurre que nuestra mejor esperanza será proveernos de una clase de "control espiritual de armas": enviar en teólogos expresamente entrenados la devaluación de la actual tasa de vírgenes.
 
Dawkins comete un error lógico tan común como burdo: la generalización infundada. Del hecho de que existan creyentes fanáticos no se sigue (en buena lógica) que todos los creyentes sean fanáticos. De hecho la gran mayoría de los creyentes no son fanáticos.
 
Señalados los peligros de la fe -y considerando los méritos de la razón y la observación, en la actividad que denominamos ciencia encuentro irónico que, doquiera que doy una conferencia, siempre haya alguien que avanza y dice: "Por cierto, su ciencia es una religión como la nuestra. ¿Fundamentalmente, la ciencia deviene en religión, no es así?" Bien, la ciencia no es religión, y no deviene en fe. Si bien la ciencia tiene algunas de las virtudes de la religión, por cierto no tiene sus vicios. La ciencia se basa en la evidencia verificable. La fe religiosa no sólo carece de evidencia, es independiente de ella, y hace de este hecho su orgullo y alegría. ¿Por qué otra razón critican los cristianos al dubitativo Tomás? Los otros apóstoles se nos muestran como ejemplos de virtud por causa de su fe: ésta era suficiente. Tomás, por otra parte, solicitaba evidencias. Quizás debiera ser él el Santo Patrón de los científicos.
 
Dawkins establece una distinción y una oposición entre la ciencia y la religión. La distinción es correcta: la ciencia no es una religión. Pero la oposición es falsa: la ciencia y la religión (al menos la verdadera religión) no se oponen, sino que se complementan mutuamente, refiriéndose a dos aspectos distintos de la realidad. El catolicismo reconoce la legítima autonomía de la ciencia. Sin embargo, para que de hecho no existan conflictos entre ciencia y religión, es necesario que la ciencia sea efectivamente ciencia, y no se transforme subrepticiamente en una falsa filosofía. El concepto de ciencia empleado por Dawkins abarca las ciencias particulares (matemática, física, química, biología, astronomía, etc.) y seguramente excluye la metafísica (ciencia universal). La ideología subyacente a su discurso es el cientificismo, que no se deriva en modo alguno de las ciencias particulares, sino que es una postura filosófica errónea. El cientificismo consiste en aceptar como verdadero conocimiento sólo el que surge de las ciencias particulares. Obviamente esta doctrina rechaza el conocimiento que surge de la fe. Pero la ciencia no puede demostrar que sólo existe el conocimiento científico. Éste es un presupuesto filosófico que se acepta sin ninguna evidencia. Según la definición de “fe” dada por el propio Dawkins, el cientificismo sería una especie de fe.

 Una razón por la que recibo el comentario de que la ciencia es una religión tiene que ver con el hecho de la evolución. Incluso creo en ella con apasionada convicción. Para algunos, esto puede parecerse superficialmente a la fe. Pero las evidencias que hacen que yo crea en la evolución no son sólo abrumadamente fuertes, están libremente disponibles a quienquiera que se tome el trabajo de estudiarlas.
 
Cualquier persona puede estudiar las mismas evidencias que yo estudié, y presumiblemente llegará a las mismas conclusiones. Pero si usted tiene una creencia y ésta está basada solamente en la fe, ya no puedo examinar sus razones. Usted puede replegarse tras las murallas privadas de esa fe, donde no puedo alcanzarlo.
 
Dawkins sugiere que la fe es irracional y subjetiva y, por lo tanto, incomunicable. Éste es uno de los falsos estereotipos del secularismo: la razón sería lo eminentemente público, mientras que la fe sería algo puramente privado, precisamente por su falta de racionalidad. Sin embargo, es un hecho que la fe puede transmitirse a otros, aunque no exclusivamente por medio de razonamientos lógicos, sino sobre todo por medio de una invitación a participar en la experiencia de apertura confiada al misterio de Dios, con esperanza y amor. No obstante, la razón tiene un lugar muy importante en la propuesta y la defensa de la fe. 

 En la práctica, por supuesto, hay científicos que individualmente caen algunas veces en los vicios de la fe. Algunos creerán tan obtusamente en una teoría favorita que ocasionalmente falsificarán la evidencia. Sin embargo, el hecho de que esto ocurra algunas veces, no altera el principio de que cuando se hace esto, se hace con vergüenza y no con orgullo. El método científico está diseñado de manera que usualmente detecta estos engaños en el proceso de sus búsquedas.
 

Dawkins afirma que la ciencia está libre de la fe, principal vicio de la religión. Pero en realidad ocurre que cada científico individual, debido a la finitud de las capacidades humanas, es completamente incapaz de verificar por sí mismo todos los hechos, datos, hipótesis, teorías, leyes, etc. relevantes de su ciencia particular, y mucho menos de la totalidad de las ciencias. De modo que el ámbito de la ciencia - aunque en grado menor que otros ámbitos de la vida humana- también requiere el ejercicio de la "fe humana", entendida como confianza otorgada o negada en función de un discernimiento racional de la credibilidad de los testimonios. 

 La ciencia es en la actualidad una de las disciplinas más honestas y morales del mundo. Ello es así porque la ciencia se colapsaría si no se adhiere escrupulosamente a la honestidad en el reporte de la evidencia. (Como señalara James Randi, ésta es una de las razones por la que los científicos son frecuentemente engañados por embaucadores de lo paranormal, y porque el rol de traer estos engaños a la realidad es mejor ejecutado por los magos profesionales; los científicos no anticipan tan bien la deshonestidad deliberada). Existen muchas otras profesiones (por no mencionar a los abogados específicamente), en las que la falsificación de la evidencia, o cuando menos su distorsión, son la razón de ser de ellas mismas, por ello precisamente se paga al entendido, y en ello se basa su prestigio profesional.

La ciencia, entonces, está libre del principal vicio de la religión, la fe. Pero como señalara, la ciencia tiene algunas de sus virtudes. La religión aspira a dotar a sus seguidores de varios beneficios -entre ellos, explicaciones, consuelo y elevación. La ciencia también tiene algo que ofrecer en estas áreas.

 
Dawkins afirma que la ciencia, destinada a sustituir a la religión, puede satisfacer al menos en parte las necesidades de explicación, consuelo y elevación que tienen los seres humanos. Con respecto a la necesidad de explicación, Dawkins no explicita cuál puede ser el aporte de la ciencia. Sostengo que ese aporte será siempre radicalmente insuficiente, puesto que las ciencias particulares se mueven dentro del ámbito de las "causas segundas", y por lo tanto son por definición incapaces de responder a la pregunta del hombre sobre el sentido último de la existencia. Ninguna explicación que no sea una explicación radical calmará jamás ni un ápice el hambre de sentido de la persona humana.

Los humanos tenemos verdadera hambre de explicación. Esta puede ser una de las razones principales de porqué la religión es un fenómeno universal, ya que las religiones aspiran a dar explicaciones. Emergemos a la conciencia individual en un universo misterioso,ansiando entenderlo. Muchas religiones ofrecen una cosmología y una biología, una teoría de la vida, una teoría de los orígenes y de las razones de la existencia. Al hacer esto, demuestran que la religión, en cierto sentido, es ciencia; solo que es ciencia desacertada. No caigáis en el argumento de que la religión y la ciencia operan en dimensiones separadas, y que conciernen a aspectos totalmente diferentes. Las religiones históricamente han intentado responder a preguntas que conciernen apropiadamente a la ciencia. Por ello, no se debe permitir que las religiones se replieguen del terreno en que tradicionalmente intentaron luchar. Ofrecen tanto una cosmología como una biología, que en ambos casos es sin embargo falsa.

 
Dawkins afirma que la religión en cierto sentido es ciencia, pero ciencia desacertada, dado que ofrece una cosmología y una biología falsas. En lo que respecta al catolicismo, esta afirmación es completamente errónea, ya que desestima la autonomía reconocida por la Iglesia Católica a la ciencia. Dawkins pretende ignorar este hecho fundamental e identificar a la religión en general con sus variantes fundamentalistas. Podría decirse que construye “un hombre de paja” para poder derrotarlo fácilmente. 
El consuelo es algo que la ciencia difícilmente puede dar. A diferencia de la religión, la ciencia no puede ofrecer al desolado la gloriosa reunión con sus amados en la otra vida. Aquellos agraviados en esta tierra no pueden, desde un punto de vista científico, anticipar el castigo de sus atormentadores en una vida por venir. Se puede argüirque si la idea de una vida después de la muerte es una ilusión (como yo creo), el consuelo que ofrece es vacío. Pero ello no es necesariamente así: una falsa creencia puede ser tan reconfortante como una verdadera, provisto que el creyente no descubra nunca su falsedad. Pero si el consuelo emerge tan barato, la ciencia puede ponerse con otros paliativos igualmente baratos, como las drogas que mitigan el dolor, y cuyo confort puede o no ser ilusorio, pero que funcionan.

Con respecto a la necesidad de consuelo, la argumentación de  Dawkins resulta verdaderamente patética: afirma que la ciencia puede ofrecer paliativos baratos, como las drogas que mitigan el dolor. Olvida o ignora una realidad humana básica: en último análisis, no es el dolor lo que frustra la vida de una persona, sino la falta de amor.


En la elevación, es sin embargo donde la ciencia viene a lo suyo.Todas las grandes religiones tienen su lugar para el sobrecogimiento, el éxtasis que transporta ante la maravilla y la belleza de la creación. Es exactamente este sentimiento que nos recorre el espinazo, este asombrarse que corta la respiración -esta casi adoración- este llenarse el pecho con el maravillarse extático, que la ciencia moderna puede proveer. Y realiza ello más allá de los más salvajes sueños del santo o de los embelesos místicos. El hecho de que lo sobrenatural no tenga cabida en nuestras explicaciones, en nuestro entender sobre tantas y tantas cosas del universo y de la vida, no disminuye el asombro. Muy al contrario, el mero atisbo, a través de un microscopio, del cerebro de una hormiga; o por medio del telescopio, de antiquísimas galaxias con billones de mundos, es suficiente para interpretar pausadamente y pueblerinamente los mismísimos salmos del elogio.

Con respecto a la necesidad de elevación, Dawkins sostiene que la ciencia es capaz de suscitar un asombro ante las maravillas del universo y de la vida que supera con creces "los más salvajes sueños del santo o de los embelesos místicos". Sospecho que Dawkins no está capacitado para emitir tal juicio, porque no tiene una idea cabal acerca de la experiencia religiosa, pero aun así pasaré por alto este punto. Me detendré, en cambio, en un punto fundamental: la alegría que produce la contemplación de la belleza de la creación depende decisivamente de que se trate efectivamente de una "creación". En caso contrario, el universo sólo produciría el horror de un absurdo abismal, de una vanidad completa y cruel.

 
Ahora, como dijera, cuando se me dice que la ciencia, o una parte particular de ella, como la teoría de la evolución, es sólo una religión como cualquier otra, usualmente niego esta aseveración conindignación. Pero empiezo a barruntar si no será esto una táctica equivocada. Quizás la táctica correcta es aceptar la aseveración con gratitud y demandar entonces un tiempo para la ciencia en las clasesde religión.


Cuanto más pienso en ello, mas me convenzo de quepuede hacer de esta posición un excelente caso, por lo que deseo hablar un poco más sobre la educación religiosa y el lugar que la ciencia podría jugar en ella. Siento profundamente las maneras en que los niños son educados.  No estoy muy familiarizado con la forma en que ocurren las cosas acá en los Estados Unidos, y lo que diga tiene mayor relevancia para el Reino Unido, donde el Estado legalmente obliga a la instrucción religiosa de todo niño. Esto es inconstitucional en los Estados Unidos, pero presumo que los niños en todo caso no reciben sino la instrucción religiosa que sus padres creen adecuada.

Ello me lleva al punto relativo al abuso mental de los niños. En un  número de 1995 del Independiente, uno de los periódicos líderes de Londres, había una fotografía bastante tierna y emotiva. Era tiempo Navidad, el cuadro mostraba a tres niños disfrazados de Reyes Magosrepresentando la Natividad. La historia que acompañaba al artículo describía a un niño como hindú, otro era musulmán y el otro cristiano. Supuestamente, el punto enternecedor de la historia era que todos ellos participaban de la Navidad.

Lo que no es dulce ni enternecedor es saber que dichos niños tenían cuatro años. ¿Puede usted describir a un niño de esta edad com musulmán, cristiano, hindú o judío? ¿Hablaría usted de un niño de cuatro años como economista-monetarista? ¿Calificaría a un niño de cuatro años de neo-aislacionista o de republicano liberal? Hay opiniones acerca del cosmos y el mundo que los niños, una vez  crecidos, presumiblemente podrán evaluar por si mismos.

El error básico de todo el discurso de Dawkins es el desprecio de la religión, dimensión principal del ser humano. Este desprecio conduce a Dawkins a sostener aquí una posición radicalmente inhumana: que la educación religiosa de los niños es una forma de abuso mental. La transmisión de la fe de los padres a los hijos es no sólo lícita sino incluso obligatoria desde el punto de vista moral, porque los padres tienen la responsabilidad de educar a sus hijos formándolos como personas íntegras, orientadas hacia la verdad, el bien y la belleza. Al ser el hombre un ser esencialmente religioso, una educación que prescinda de la religión o la desestimule tenderá a formar personas espiritualmente amputadas. Una educación irreligiosa es una grave desventaja, que costará mucho contrarrestar posteriormente. ¿Por qué los padres habrían de abstenerse de transmitir su fe religiosa a sus hijos, siendo que la fe es para ellos la verdad suprema, la orientación al sumo bien y la adhesión a la máxima belleza? ¿Por qué los padres creyentes habrían de privar a sus hijos del contacto con lo más valioso que tienen para darles, mientras que a la vez se les exige transmitirles conocimientos, inculcarles valores y despertarles afectos que son de mucha menor importancia (por ejemplo: conocimientos relativos al lenguaje, reglas de urbanidad, espíritu deportivo)?

 
Dawkins manifiesta también su ignorancia de la esencia de la religión al afirmar que un niño de cuatro años no puede ser cristiano como no puede ser liberal o monetarista. La fe religiosa no es comparable con una ideología política o económica. Un niño tiene conciencia del significado de su fe en la medida correspondiente a su edad y grado de madurez. La fe religiosa de un niño debe madurar, como todas sus restantes capacidades, al mismo ritmo de su crecimiento personal. Al crecer, el niño va captando cada vez mejor el significado de su fe religiosa. Sin embargo, dado que ésta no es sólo una doctrina, sino también una forma de vida, también un niño pequeño puede participar de ella a su manera.

 
En particular la religión cristiana implica una relación personal con Dios. Los padres cristianos que no educan a sus hijos en la fe les impiden conocer y amar a su Padre celestial, escuchar y seguir a su Redentor Jesucristo, descubrir y alabar la presencia del Espíritu Santo en sus propias almas. ¿Acaso aprobaríamos la actitud de una madre que no permite a sus hijos conocer a su padre o tener contacto con su mejor amigo? En un hogar cristiano, el niño podrá aprender poco a poco, en forma intelectual y experimental, que Dios es amor y que quien permanece en el amor permanece en Dios. Los padres cristianos no tienen derecho a privar al niño de esta educación.

 
La Religión es un campo en nuestra cultura en el que se acepta de manera absoluta y sin cuestionamientos -incluso sin advertir lo bizarro del asunto- que los padres tienen total y absoluta autoridad en decidir lo que sus hijos serán, qué opiniones deberán tener sus hijos sobre el cosmos, sobre la vida, sobre la existencia. ¿Pueden ver lo que intento decir al hablar de abuso mental a los niños?

Dawkins afirma que la religión se acepta de manera absoluta y sin cuestionamientos. En el sentido pretendido por Dawkins (el de una fe ciega e irracional), esto es totalmente falso. Como hemos dicho antes, el acto de fe es profundamente razonable. Sí es verdad que la fe es una  forma de certeza y por lo tanto excluye la duda. No se puede creer y dudar al mismo tiempo respecto de lo mismo. Pero no es verdad que la fe excluya todos los cuestionamientos en el sentido de que el creyente no se plantee las dificultades intelectuales de la fe. Es preciso distinguir cuidadosamente entre duda y dificultad. Como escribió John Henry Newman: “Mil dificultades no hacen una sola duda. Dificultad y duda son dos magnitudes inconmensurables”.



Dawkins comete otro serio error al afirmar que los padres tienen absoluta autoridad para decidir cuáles serán las opiniones de sus hijos sobre la existencia. Influir en las ideas de una persona no equivale a determinarla absolutamente. La educación es una influencia poderosa, pero la experiencia indica que no anula la libertad del ser humano para optar por posturas distintas a las que le fueron transmitidas. En particular la educación religiosa no es algo impuesto sino algo propuesto por medio del testimonio de los educadores creyentes (padres, docentes, etc.). El acto de fe es un acto libre. Más aún, no está en las manos de los padres la posibilidad de no influir en sus hijos. La educación neutra es un círculo cuadrado, una contradicción. Los padres influyen necesariamente en la vida de sus hijos. Sólo pueden elegir en qué sentido quieren influir: en este caso, a favor o en contra de la fe religiosa.


Incluso admitiendo (por el absurdo) que los padres pudieran llevar a cabo una educación realmente neutral en el plano religioso, los hijos estarían necesariamente expuestos a las múltiples influencias del resto del mundo, que muchas veces actuarían en un sentido contrario al deseado por los padres. Si los padres creyentes no cumplen su deber de dar a sus hijos una educación religiosa, el mundo se encargará de aprovechar rápida y concienzudamente esa omisión, llenando su vacío espiritual, probablemente con algún falso sucedáneo de la religión, como el cientificismo u otros mil.


Viniendo ahora hacia los varios aspectos que la educación religiosa debiera lograr, una de sus metas podría ser la de alentar a que los niños reflexionen sobre las profundas preguntas de la existencia, el invitarlos a elevarse por sobre las monótonas preocupaciones de la vida cotidiana y pensar "sub specie aeternitatis".


La ciencia puede ofrecer una visión de la vida y el universo que, como ya remarcara, a más de humillada inspiración poética, supera con mucho a las muchas y mutuamente contradictorias fes y decepciona las tradiciones recientes de las religiones del mundo. Por ejemplo, ¿cómo podrían los niños de las clases de religión no ser inspirados si les proporcionamos un atisbo acerca de la edad del universo? Supongamos que, en el momento de la muerte de Cristo, esta noticia fuera radiada al Universo, a la máxima velocidad posible. ¿A qué distancia habrá viajado esta terrible nueva hasta este momento?


Siguiendo la teoría de la relatividad especial, la respuesta es que esta noticia no puede, bajo ninguna circunstancia, haber alcanzado mas allá de una cincuenta-ava parte de su viaje a través de nuestra galaxia -ni una milésima parte de su viaje a la galaxia más cercana de una de las 100 millones de galaxias conocidas. Este universo inmenso no es posiblemente otra cosa que indiferente a la muerte de Cristo, su nacimiento, su pasión y su muerte. Incluso la noticia de la aparición de vida en este planeta habría viajado sólo a través del pequeño grupo local de galaxias. Sin embargo este evento es tan antiguo, en nuestra escala terrena de tiempo, que si representamos su longitud por nuestros brazos abiertos, toda la historia humana, toda su cultura, serían un grano de polvo en la punta de nuestros dedos.


Dawkins afirma que nuestro inmenso universo es indiferente al nacimiento, la pasión y la muerte de Cristo, porque en dos mil años esta noticia no puede haber viajado muy lejos en términos cósmicos. Asignar un sentimiento de indiferencia al universo es un burdo antropomorfismo. Sólo pueden ser indiferentes las personas, seres dotados de razón, libre albedrío y capacidad de amar. No hay ninguna evidencia ni ningún argumento sólido que demuestre la existencia de personas en el universo material fuera de nuestro planeta. Por lo tanto no hay razones para pensar que hay allí nadie que pueda ser indiferente a la Pascua de Cristo, ni a cualquier otra cosa.


Además, el misterio pascual, centro de la fe cristiana, no incluye sólo la muerte de Cristo, sino también su resurrección y ascensión al cielo. La naturaleza humana de Cristo resucitado -por no hablar de su naturaleza divina- ya no está limitada por el espacio y el tiempo, sino que participa de la misma trascendencia e inmanencia de Dios. El argumento del diseño, una parte importante de la historia de la religión, no puede ser ignorado en mis clases de educación religiosa.


De más está decirlo, se pedirá a los niños que vean las fascinantes maravillas de los reinos vivientes y que consideren el darwinismo al lado del creacionismo, como alternativas, y elaboren sus propios criterios. Pienso que los niños no tendrían mayor dificultad en seguir la senda correcta, provisto que se les suministren las evidencias del caso. Lo que me preocupa no es la cuestión del tiempo equivalente al estudio de la ciencia y de la religión, si no que, y hasta donde puedo ver, los niños del Reino Unido y de los Estados Unidos no disponen esencialmente de tiempo alguno para conocer los aspectos de la evolución, pero ya se les instruye en el creacionismo (sea en el colegio, en la iglesia o en casa).


Dawkins opone el evolucionismo al creacionismo. Se trata de otra falsa oposición. Lo opuesto al evolucionismo no es el creacionismo, sino el fijismo: la doctrina que afirma que cada especie surgió por separado y se mantuvo fija, sin evolucionar. Lo opuesto al creacionismo no es el evolucionismo sino cualquier doctrina que niegue la creación (por ejemplo, el materialismo). Dios es tan capaz de crear un universo fijo como uno evolutivo. Incluso podría decirse que un universo evolutivo sugiere con mucha más fuerza la idea de creación que un universo fijo.


Sería también interesante enseñar más de una teoría sobre la creación. La dominante en nuestra cultura se basa en el mito judío, el cual tiene sus orígenes en el mito creacionista babilónico. Existen, por supuesto, montones de otros mitos, a los que quizás habría que dedicar igual tiempo (salvo que ello posiblemente ya no nos daría tiempo para estudiar ninguna otra cosa). Entiendo que hay hindúes que creen que el mundo fue creado a partir de una mantequillera cósmica y poblaciones nigerianas que creen que el mundo fue creado por Dios con excremento de hormigas. Seguro que estas historias tienen tanto derecho de tener un tiempo de estudio similar al del mito judeocristiano de Adán y Eva.


Dawkins pretende confundir a los niños mediante el relativismo cultural, atiborrándolos de doctrinas de diferentes religiones sobre el origen del universo, con la esperanza de que esas doctrinas contradictorias se anulen las unas a las otras. La idea que se pretende transmitir es que todas las religiones tienen igual valor y que ese valor, en última instancia, es nulo.


Suficiente para el Génesis, pasemos a los profetas. El cometa Halley retornará ineluctablemente en el año 2062. Las profecías tanto bíblicas como délficas no aspiran a semejante exactitud; los astrólogos y nostradámicos no osarían cometer por sí mismos estos pronósticos factuales, si no más bien, camuflar su charlatanería con el manto ahumado de la ambigüedad. Cuando aparecían los cometas en el pasado, eran usualmente tomados por portentos de desastres. La astrología ha jugado un papel importante en varias tradiciones religiosas, incluido el hinduismo. Los tres reyes magos que mencionara antes se dice que fueron guiados a Jesús por una estrella. Podríamos preguntar a los niños por cuál ruta física se imaginan que la alegada influencia estelar puede viajar de manera que pueda influir en los asuntos humanos.


Yo me tomo la astrología muy en serio por cierto. Pienso que es profundamente perniciosa porque mina nuestra racionalidad, por lo que me gustaría ver campañas en su contra.


Coincido con Dawkins en su condena a la astrología. La magia y la superstición son formas degeneradas de la religión, que la Iglesia Católica rechaza con energía. Pero es una gran tergiversación identificar a los profetas bíblicos con los adivinos de las religiones paganas. La función del profeta bíblico no es adivinar el futuro, sino transmitir la Palabra de Dios.


Cuando la clase de religión se torne hacia la ética, no creo que la ciencia tuviera mucho que decir, por lo que la reemplazaría por la filosofía moral racional. ¿Piensan los niños que existen normas absolutas del bien y del mal? Si es así, ¿de dónde provienen? ¿Pueden construir buenos principios de lo que es correcto o equivocado, como "haz como quisieras que te hicieran" o "el mayor bien para el mayor número" (lo que fuera que ello quiera significar)? Es una pregunta recompensadora, cualquiera que sea su moral particular, el preguntar a un evolucionista de dónde proviene la moral, por qué vías el cerebro humano ha ganado su tendencia a tener ética y moral, a sentir lo bueno y lo malo.


¿Debemos valorar la vida humana por encima de otras vidas? ¿Existe una rígida pared en torno a la especie homo sapiens, o debemos hablar sobre si existen otras especies que merecen nuestras humanísticas simpatías? ¿Debemos, por ejemplo, seguir los postulados de los partidarios del derecho a la vida que, totalmente preocupados por el valor de la vida humana, valoran la vida de un feto humano con las facultades de un gusano por sobre la vida de un ser pensante y con sentimientos como un chimpancé? ¿Cuál es la base del muro que hemos erigido en torno a nuestra especie -incluso alrededor de una pequeña pieza de tejido fetal? ¿Cuándo, en nuestro origen evolutivo desde nuestro ancestro común con los chimpancés, se erigió súbitamente este muro?


Dawkins pretende sustituir la moral basada en la religión por una “filosofía moral racional”. La Iglesia Católica afirma la existencia de una ley moral natural que es cognoscible por medio de la razón, pero a la vez sostiene que Dios reveló también verdades naturales (por ejemplo las normas morales del Decálogo) a fin de que todos los hombres pudieran conocerlas con facilidad, con certeza y sin mezcla de error. Por lo tanto la fe, a la vez que fortalece el fundamento de la ley moral, permite profundizar su conocimiento.


Por otra parte, las preguntas que plantea Dawkins y la tendenci general de su pensamiento nos llevan a sospechar que su filosofía moral tendría serias dificultades para establecer normas morales absolutas. Por ejemplo, la pregunta de Dawkins sobre el derecho a la vida encierra dos afirmaciones inaceptables: Un feto humano no es una “pieza de tejido fetal” ni tiene “las facultades de un gusano”, sino que es un ser humano, con las facultades propias de un ser humano en una etapa incipiente de su desarrollo, las que incluyen potencialmente todas las facultades desarrolladas de un hombre adulto normal. Esta afirmación de Dawkins es lo más alejado del método científico que dice defender, ya que es precisamente hoy, con los avances cientificos actuales, más evidente la existencia de vida humana desde el primer momento de la concepción. Dawkins no hace ascos, para usar un mito pseudo ciéntifico en provecho de su ideología. 


Además, un chimpancé no es un ser pensante y con sentimientos, a menos que se definan el pensamiento y los sentimientos de una forma suficientemente rastrera como para incluir en una misma bolsa a personas y animales.


Estas preguntas de Dawkins suscitan serias dudas sobre su pretendido “humanismo”. En el fondo, ese “humanismo” no es más que un “animalismo”.


Bien, moviéndonos de las morales a la escatología, sabemos por la segunda ley de la termodinámica que toda complejidad, toda vida, toda risa, toda pena, está condenada al final a la fría nada. Ellos, y nosotros, no somos sino rizos temporales del resbalón universal hacia los abismos de la uniformidad.


En esta introducción a su "escatología científica", Dawkins afirma que “toda vida, toda risa, toda pena está condenada al final a la fría nada”. Una vez más observo cómo el autor se desliza subrepticiamente de una afirmación científicamente fundada a un cientificismo ilegítimo.


El hecho de que las leyes naturales aparenten condenar al universo material a una "muerte total" no autoriza a la ciencia a negar que la persona humana, que no es sólo materia, esté llamada a un destino trascendente.


Sabemos que el universo se expande y que probablemente se expanda por siempre. También es posible que se contraiga nuevamente. Sabemos que, sea lo que sea lo que le pase al Universo, nuestro sol nos engullirá dentro de unos 60 millones de centurias. El mismísimo tiempo empezó en un determinado momento, y el tiempo terminará en un cierto momento -o puede que no. El tiempo puede terminar localmente en unas implosiones locales llamadas agujeros negros. Las leyes del universo parecen ser las mismas en todo lugar del mismo. ¿Por qué? ¿Cambiarán las leyes en estas implosiones? Para ser verdaderamente especulativos, ¿podrá el tiempo emerger nuevamente bajo un conjunto diferente de leyes?; ¿con otras constantes físicas? Incluso se ha sugerido que puedan existir otros universos, unos totalmente aislados de los otros, por lo que para uno de ellos, los otros no existen. ¿Existirían selecciones darwinianas en tales universos?


Éste es otro recurso desesperado del ateísmo actual. Hoy se conoce un fascinante conjunto de hechos que ha dado en llamarse “principio antrópico”. Esencialmente, éste consiste en que el universo está construido con base en unas cuantas constantes físicas (la constante de la gravitación universal, la carga del electrón, la constante de Planck, la constante de Boltzmann, etc.) tan finamente ajustadas entre sí que una variación pequeñísima en cualquiera de ellas haría imposible el magnífico orden del cosmos y, por supuesto, la vida en la Tierra. El “principio antrópico” es un fortísimo indicio de que el universo es el fruto de un diseño inteligente.


Para eludir esta conclusión, pensadores ateos como Dawkins suponen gratuitamente que existen infinitos universos y que nuestro universo es sólo uno de ellos, uno donde, por pura casualidad, se ha dado una sintonía finísima de las constantes físicas fundamentales, que permite en definitiva la existencia del ser humano.


La ciencia puede entonces dar una buena cuenta de sí misma en la educación religiosa, pero no sería suficiente. Creo que la familiaridad con la Biblia es importante para cualquiera que pretenda entender las alusiones que aparecen en la literatura inglesa. La Biblia dispone de páginas en el Diccionario Oxford de Citas. Sólo Shakespeare tienemás. Pienso que no tener ninguna educación bíblica en esta situación sería desafortunado. Los niños desean leer la literatura inglesa y entender la procedencia de muchas frases como "toda carne es pasto", "la carrera no es para el ligero", "llorar en el desierto", "cosechar ciclones", "ciego en Gaza", "confortadores de Job", o "la viuda negra".


A esto se reduciría el estudio de la religión en un mundo cientificista: al estudio de una reliquia del pasado, sin la cual no se podría comprender las culturas de etapas menos avanzadas de la evolución del hombre.


Retornemos ahora hacia el cargo de que la ciencia es sólo fe. La versión más extrema de este cargo -y una que encuentro tanto como científico cuanto como racionalista- es la acusación de fanatismo y sectarismo en los científicos, tanto como el que se encuentra en la gente religiosa. Algunas veces puede haber un poco de justicia en estas acusaciones, pero como fanáticos y sectarios, los científicos son simples amateurs del juego. Nos agrada argüir con aquellos que nos disienten. No los matamos.


Dawkins insinúa aquí una superioridad moral de los científicos con respecto a la gente religiosa. Parece no tener en cuenta que, si bien la ciencia es una actividad noble (como la política, por ejemplo), los científicos son seres humanos como los demás, tan expuestos al egoísmo y las pasiones como todos ellos (por ejemplo, como los políticos). De hecho los científicos han actuado a menudo de forma inmoral, por ejemplo desarrollando armas nucleares, químicas  y bacteriológicas, realizando experimentos médicos aberrantes, intentando crear técnicas de manipulación genética que atentan contra la dignidad humana (por ejemplo, la clonación), etc. Los científicos no escapan a la "ley de la culpabilidad universal", que es casi la comprobación empírica del dogma del pecado original. De modo que los científicos también han causado la muerte de unas cuantas personas; en el siglo XX, sin duda más que los creyentes.


Además, de forma deshonesta, Dawkins sugiere que la forma típica en que un creyente trata a un disidente es el homicidio.


Pero me gustaría negar el cargo menor, relativo al fanatismo puramente verbal. Hay una gran, pero gran diferencia entre sentir fuertemente, y aún apasionadamente lo que nos parecen verdades aprendidas desde la evidencia, y examinadas por medio de ella, a sentir lo mismo porque se nos reveló internamente, o se reveló internamente a algún otro en la historia, y consagró por la tradición. Hay toda la diferencia del mundo, entre creer lo que uno está preparado para defender citando evidencias y utilizando la lógica, y creer lo que no se sustenta más que en la tradición, la autoridad, o la revelación.


Al final de su discurso, Dawkins vuelve a su idea inicial: el ámbito de la racionalidad coincide con el de la ciencia y la religión es algo puramente irracional.


Richard Dawkins tiene un estilo literario atractivo y de cierto brillo, pero en el fondo es un pensador muy superficial. No es sorprendente que haya sido nombrado "Humanista [ateo] del Año". Esto es una señal más de las grandes y crecientes dificultades intelectuales que enfrenta la filosofía atea.

martes, 15 de junio de 2010

Continua la apostasía de algunos clérigos



Traemos aquí, por su interés, una crónica en clave irónica de unos hechos acaecidos en una parroquia de Bs. As. Argentina, que nos muestran como algunos pastores se han convertido en mercenarios, añadiendo más heridas al sagrado Corazón de Jesucristo ¡ Que Dios les perdone sus sacrilegios! El artículo está copiado integramente de la web http://panoramacatolico.info/obispo/mons-jorge-bergoglio-sj, que hace la denuncia y cuyo título es el sacrificio del P. Panaro

El domingo de la solemnidad de Corpus Christi, el P. Panaro se acercó subrepticiamente a la procesión que habían organizado los fieles de una capilla de su parroquia (Santa Francisca Javier Cabrini, muy cerca de la Basílica de San José de Flores, Argentina, una importantísima parroquia, muy tradicional). 
 
Aparentemente, la intención del P. Panaro era corroborar con sus propios ojos las prácticas abusivas de sus fieles más particulares.

Sí, porque los asistentes a la misa dominical de la Capilla del Sagrado Corazón están sospechados de cometer abusos litúrgicos. Y de hecho el paciente párroco lo comprobó y fue tal la indignación que no esperó siquiera a que terminara el canto de alabanza a la Virgen y a grito pelado interrumpió los rezos.
 
No era para menos: los fieles de esta capilla, que fue recuperada por ellos del abandono y puesta al servicio del culto divino desde hace cuatro años, no solo rezan la misa en latín, sino que cantan gregoriano, comulgan de rodillas y para colmo de abusos –y no es la primera vez que ocurre- el domingo de la solemnidad de Corpus Christi, llevaron el Santísimo bajo palio por las calles del barrio, exhibido en una magnífica custodia.

Por supuesto, altar, ornamentos, misales, palio, custodia... cura... en fin, todo menos el salón, lo pusieron los fieles, pero eso no los justifica.
 
Tampoco a los sacerdotes que, domingo a domingo, se acercaron a rezar la misa, confesar y aconsejar paternalmente a los fieles. Lo importante es estar “abiertos a la comunidad” como estará esta capilla de ahora en más, puesto que ya no se rezará una misa por domingo, sino una cada cuatro... sábados... y veremos si llega a tanto la frecuencia.
 
Porque estos cerrados católicos de Tantum ergo y “alabado sea el Santísimo”, para disimular su cerrazón a la comunidad, salieron a la calle a dar culto público a Nuestro Señor Sacramentado, y hasta lograron engañar a muchos vecinos, quienes conmovidos por una ceremonia que desde hacía mucho no se veía en el lugar, se persignaban y acompañaban a los fieles con saludos, y muestras de simpatía. ¡Hay que tener mala uva para engañar a los pobres vecinos de esa manera, haciéndoles creer que se trataba de un grupo abierto a la comunidad! Inclusive, para disimular su cerrazón, cada vez que alguien se acercaba a las misas, lo recibían con toda cordialidad. A veces el engaño llega a lo sutil.
 
Gracias a Dios, el P. Panaro, nuevo párroco de Santa Francisca Javier Cabrini, tuvo el coraje de interrumpir la ceremonia, gritarles cuatro verdades tales como “desde hoy se acabó la tradición”, y otras que, de no tenerlas testimoniadas por registros diría que han exagerado sus apologístas.
 
El P. Panaro es un hombre virtuoso. Es verdad que tuvo que abandonar su congregación por no sé que lío de faldas. Pero es que las faldas hacen toda clase de líos. ¡Qué culpa tiene el pobre sacerdote! Las mujeres siempre meten bulla. Especialmente si son jóvenes estudiantes secundarias.
 
Tampoco hace al caso recordar cuando en su anterior parroquia lo llamaban “el destructor de Talar” por su hábito de arrancar de la iglesia todo lo que podía y reemplazarlo por otras cosas: imágenes, vitrales, confesionarios... hasta una imagen de la Virgen puso en la calle para que se la llevaran los recicladores de trastos viejos. Pero la oposición, que nunca falta cuando el cura tiene ímpetu y proyectos, puso a salvo esa imagen, con la complicidad de un cura viejo. Ni es culpa del P. Panaro que a los confesionarios nuevos los fieles le digan “los mingitorios”. La malicia de los porteños es proverbial.
 
Bueno. Tampoco corresponde aquí mencionar el caso de la compra del terreno aledaño a la parroquia, perteneciente a un tradicional club. Ahí sin duda habrá tenido que aprobar el Sr. Cardenal, porque ¿de donde iba a sacar el P. Panaro los 280.000 dólares que pretendía entregar a los dueños de ese solar casi como para hacerles un favor? Ellos insisten en que vale mucho más, pero eso dicen todos los propietarios, especialmente si tienen recuerdos nostálgicos porque han pasado varias generaciones de ellos parte de su vida en ese club barrial. ¿Para qué queremos un club barrial, me quieren decir? Tampoco es que se pretendiera usar a la Iglesia para una especulación inmobiliaria, como afirman los insidiosos que nunca faltan.

Lo cierto es que el P. Panaro, - a pesar del recurso de estos fieles cerrados al Arzobispado, los superiores del P. Panaro no abrieron la boca y la capilla se cerró- digo, el P. Panaro tomó el toro por las astas, puso fin a este oscuro período y colocó un cartel en la puerta de la capilla desmantelada, anunciando que en el futuro todo el mundo iba a poder participar de las misas (bueno, no dijo misas, pero esa es la idea). No como antes, que solo iba el que quería. Ahora va a ir todos a una comunidad abierta, ¡que tanto!
 
A veces ser párroco implica sacrificios. Pero Dios, que nada olvida, los recompensará según el merecimiento de cada uno. Los fieles cerrados, que aprendan. Además son una minoría. -70, 80 personas- que cantaban el gregoriano, y respondían en latín y comulgaban de rodillas. ¡Qué es esto en una ciudad donde no va a misa ni el 5 % de la población?
 
No hay que perder la esperanza. Con hombres como el P. Panaro la Iglesia verá su primavera muy pronto..."