viernes, 21 de mayo de 2010

Curso de Liturgia III (Importancia de la liturgia)

Curso de Liturgia III (Importancia de la liturgia)


La liturgia es muy agradable a Dios por ser:

1º Una alabanza pura, pues es la misma oración del Espíritu Santo.

2º Una alabanza universal y perpetua. A semejanza del Salmista, la Iglesia canta siete veces al día las alabanzas del Señor, y clama de día y de noche delante de Dios.

La liturgia es también muy útil a la Iglesia porque además de su finalidad principal (culto divino), es:

1º Una regla de fe. En efecto: ella nos enseña que el Espíritu Santo procede también del Hijo; da al símbolo llamado de San Atanasio su valor dogmático; fija la canonicidad de los Libros Sagrados; nos recuerda la virginidad de María, así antes como después del divino alumbramiento.

2º Un lugar teológico 18. Para confundir a los iconoclastas, la Iglesia atestiguó el culto de las sagradas imágenes expresado en sus ritos. A las blasfemias de Berengario, opuso su creencia perpetua en la presencia real expresada en las secretas y postcomuniones del misal romano; y a los sacramentarios del siglo XVI, su fórmula litúrgica Lauda Sion. Queriendo el Concilio de Trento probar la necesidad de la oración para obtener el progreso de la justicia en las almas, invoca el testimonio de la Iglesia por medio de la liturgia: «Este aumento de justicia, dice, lo pide la santa Iglesia cuando ora en esta forma: Dadnos, Señor, aumento de fe, esperanza y caridad»19.

3º Un vínculo de unidad. «Sobre todo, por medio de la forma única de oraciones contenida en el breviario romano, debe ser guardada perpetuamente —dice Clemente VIII— la comunión con Dios que es uno; a fin de que en la Iglesia esparcida por todo el mundo, los fieles de Jesucristo invoquen a Dios exclusivamente con los mismos ritos de cantos y oraciones». «Por eso —advierte San Pío V— los fautores de herejías y cismas se han apresurado a crear liturgias particulares, y desgarrar por medio de esos oficios nuevos, semejantes entre sí, la comunión que consiste en ofrecer a Dios oraciones y alabanzas en la misma forma».
4º El depósito oficial del dogma católico. «La fe de la Iglesia se halla en sus oraciones» (S. Agustín). «La ley que obliga a orar establece la que obliga a creer» (S. Celestino).

Además, la liturgia es de mucho provecho para los fieles:

1º Recordándoles cada año las principales doctrinas y preceptos de la vida cristiana. «La liturgia —dice Don Guéranger— es el cielo divino, en el que se manifiestan en el lugar que les corresponde todas las obras de Dios; el septenario de la creación, la Pascua y Pentecostés del pueblo hebreo; la visita del Verbo encarnado, su sacrificio, su victoria, la bajada del Espíritu Santo, la divina Eucaristía, las glorias inenarrables de la Madre de Dios, el esplendor de los ángeles, y los méritos y los triunfos de los santos, de suerte que, puede decirse que empieza en la ley de los patriarcas, va progresando en la ley escrita, se consuma más y más en la ley de amor, hasta que, alcanzada su plenitud, desaparezca en la eternidad».

2º Mostrándoles cómo todas las criaturas alaban al soberano Señor. Cada reino lo alaba a su modo: el reino mineral suministrando la piedra y el mármol para la construcción de sus templos y el oro y la plata para la fabricación de los vasos sagrados; el reino vegetal ofreciendo sus flores para el ornato de las iglesias, el pan y el vino para materia de la eucaristía, el óleo para la de varios otros sacramentos, el incienso para las ceremonias, y el lino para las vestiduras de los ministros sagrados; en el reino animal el gusano de seda da los tejidos más hermosos y la abeja su cera perfumada.
La liturgia es también para los fieles una fuente de consuelo, porque:
1º Les recuerda incesantemente las perfecciones de su Padre celestial: su hermosura, su infinidad, su eternidad, su inmensidad, su poder, su justicia y su bondad. Los salmos en especial les repiten en cada función litúrgica las grandezas y misericordias del Señor.

2º Les trae a la memoria cada día su filiación divina y sus inmortales destinos. Tales son los pensamientos y sentimientos que no cesan de despertar en ellos los cantos del Salmista.

18 Se entiende por lugares teológicos, las fuentes en que los teólogos pueden tomar argumentos para fundamentar sus doctrinas o refutar las de los contrarios.

19 Sesión 6, cap. 11.


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